En publicidad el “poder” no lo tiene el que tiene la sartén por el mango, que es el productor, sino que está en el público que ha de comprar y consumir el producto, la idea con que asocie el producto el comprador es esencial, así el producto puede contaminarse con la fama de las personas relevantes de la empresa, como sus directivos o dueños, o con los hechos que puedan asociarse al producto.
Un ejemplo, el Diseñador de moda John Galliano, fue despedido fulminantemente de la empresa Dior, tras lanzar insultos antisemitas en público, la Compañía expresó que “condenaba totalmente las declaraciones de John Galliano, por ser totalmente contrarias a los valores que Christian Dior había defendido siempre”, desligándose así de la imagen negativa que podría haberla empañado por las declaraciones de alguien que hasta ese momento representaba a la empresa.

En la serie Mad Men que recrea la publicidad en las décadas 50 y 60, entre otros casos se trata el de una empresa que comercializa piensos para animales cuyo ingrediente principal es carne de caballo y que tras la película estadounidense The Misfits, dirigida por John Huston en 1961, en la que se denuncia la utilización de carne de poneys para estos fines, tuvo un revés al perder numerosas ventas en el mercado.
Los dueños de animales influidos por la película y concienciados y solidarizados con un destino cruel para los ponys no querían dar ese alimento a sus mascotas.
Si hoy se produjera un hecho semejante muchas compañías percibirían el problema porque la base de sus piensos sigue siendo la carne de caballo como “Wolfsblut wide plain” o “Exclusión”
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